La escuelita de fútbol “Lavalle Crece y Sueña” de Jocolí reunió a más de 80 chicos y chicas en un encuentro con Fénix, de Guaymallén, apostando al deporte como espacio de inclusión.
El pasado fin de semana, la escuela de fútbol Lavalle Crece y Sueña, coordinada por Laura Carmona, vivió un encuentro amistoso inolvidable junto a la escuela Fénix de Guaymallén. La propuesta reunió a decenas de chicos y chicas de distintas edades, en un ambiente festivo y de comunidad.
“La idea era hacer un día diferente para los y las pibas, tanto de ese departamento como de nuestro distrito, porque vienen chicos de otros lugares también”, contó Laura. El encuentro se planteó como un previo al torneo Clausura y se organizó bajo el lema “Por un pibe y una piba menos en la calle”, reflejando el objetivo central de estas escuelas: alejar a los jóvenes de contextos de vulnerabilidad.
Si bien las escuelitas suelen recibir niños y niñas de 5 a 14 años, en esta ocasión se integraron jóvenes de todas las edades: “participaron pibes y pibas de 24 o 25 años”, explicó Laura, detallando la organización por categorías y subgrupos.
Actualmente, la escuelita de Jocolí cuenta con 89 chicos y chicas, pero al iniciar los torneos superan los 100. “Entrenamos en la placita Ismael Quintero, un terreno que acondicionamos con la Municipalidad y el esfuerzo de papás, mamás y los mismos chicos. Dejamos un campo de juego en condiciones, incluso con medidas reglamentarias para competir en ligas oficiales”, destacó Laura.



Además de fútbol, el proyecto fomenta la participación familiar: “Ayer hablamos con varias madres que empezaron a sumarse a la parte física. Hay papás que ayudan lavando camisetas o consiguiendo botines y medias. Esto es contención en todos los sentidos”, expresó.
Laura subraya la importancia de sostener estos espacios para la comunidad: “Cuando charlamos con los padres, dicen ‘qué bueno que estén acá y no en la calle’. Es increíble las historias que cada uno trae. Y eso me hace pensar que estamos haciendo las cosas bien”.
La contención no termina en la cancha: “Armamos meriendas con alimentos que nos donan, preparamos comidas para después del entrenamiento. Es un día a día de estar con los pibes, escucharlos y acompañarlos. A veces me escriben a la una de la mañana contando sus problemas. Es algo que se vive, no solo se cuenta”, reflexionó emocionada.
Con entrenamientos de lunes a miércoles y viernes, y actividades los sábados, el proyecto continúa creciendo. “Esto es amor y compromiso. Sentir el cariño y el respeto que te devuelven es increíble. Invito a cualquier papá o mamá a que se sume y lo viva de cerca”, cerró Laura.
Compartimos la entrevista completa: