Cuando Abel Pintos anunció su desembarco en San Francisco, Lavalle, para desarrollar un emprendimiento agrícola, se conoció que en esos terrenos ya vivían familias que habían adquirido lotes de buena fe. Sin embargo, pronto se supo que habían sido víctimas de una estafa
Los presuntos estafadores son Roberto y Ricardo Morales (padre e hijo), quienes vendieron los terrenos sin ser sus legítimos dueños a más de 30 familias. Entre ellas se encuentra la de Alberto “Tito” Angulo, quien hoy enfrenta la posibilidad de ser desalojado junto a su esposa Yésica Ferreira y sus cuatro hijos de entre 5 y 15 años. En la entrevista con Tierra Campesina, así cuenta “Tito” Angulo su realidad familiar.
Tito y su familia llegaron al lugar en febrero del año pasado con la ilusión de tener su casa propia y desarrollar un proyecto de granja autosustentable. Con el dinero de una indemnización por un accidente laboral, compraron el terreno y construyeron su vivienda.

La venta se realizó ante escribano y a través de un contrato de sesión de derechos posesorios que, según los vendedores, acreditaba su titularidad sobre las tierras. Compartimos la voz de Angulo a continuación:
Sin embargo, en noviembre pasado, Marcelo González, representante y socio de Abel Pintos, se presentó en el lugar anunciando que el cantante era el nuevo dueño legal de los terrenos. Desde entonces, la situación de las familias se ha tornado incierta.

Se impidió el ingreso de los vecinos a la finca (excepto a Tito y su familia que viven ahí) bajo amenaza de detenciones y se estableció un plazo hasta el 3 de febrero para que la familia Angulo Ferreira desalojen.
Tito fue citado a la justicia por parte de las abogadas de Abel Pintos y Marcelo González, y le informaron que se tenían que ir, y los gastos de traslado serían cubiertos, pero desde enero no ha recibido respuesta. Mientras tanto, la angustia crece en su hogar: sus hijos, especialmente dos que están en tratamiento psicológico y psiquiátrico, han manifestado crisis emocionales debido a la incertidumbre.
La situación afecta a muchas familias que, aunque no todas residen en el lugar, invirtieron en los lotes con la intención de construir su hogar. Muchas de ellas han perdido todo su esfuerzo y ahorro. “Siempre hemos alquilado y ahora, si tenemos que irnos, estamos más que complicados porque no tenemos dónde ir“, lamenta Tito.

Según Angulo, desde el municipio han informado que no pueden brindar asistencia porque las familias no cumplen con el requisito de residencia mínima de tres años en Lavalle. Mientras tanto, los afectados insisten en que podrían convivir en el lugar sin perjudicar el proyecto productivo del músico, ya que los lotes que ocupan son pequeños en comparación con la extensión de la finca.
El conflicto sigue abierto y las familias esperan una solución que les permita mantener el hogar o las mejoras que construyeron con sacrificio.