Un grupo de estudiantes de la Escuela Cayé Hané, en San Miguel de los Sauces, Lavalle, recuperó la figura del caudillo huarpe José de los Santos Guayama en un corto audiovisual que fue premiado en el Festival Audiovisual Latinoamericano “Ser Voz”. Una historia de resistencia y memoria que vuelve a cobrar fuerza en las nuevas generaciones.
Un nombre que regresa del silencio
“Guayama fue un líder popular, indígena, que se alzó contra el poder del Estado en un tiempo en que ser indio o campesino significaba estar condenado al sometimiento”. La voz del antropólogo y docente Diego Escolar resuena con la certeza de quien lleva años reconstruyendo los hilos rotos de la historia.
Escolar, investigador del CONICET y referente en estudios sobre pueblos originarios, fue uno de los que más indagó en la figura de Santos Guayama, aquel cacique y caudillo huarpe nacido a mediados del siglo XIX en las tierras del, hoy, norte mendocino y sur sanjuanino. Su nombre, borrado de los libros y reducido a leyenda, empieza hoy a reaparecer con otro sentido: el de un símbolo de dignidad y resistencia.
“Lo que hicieron los chicos de la escuela Cayé Hané es muy valioso”, destaca Escolar, “porque trae a la actualidad una historia que fue perseguida y silenciada. Guayama fue acusado de bandido por defender a su gente, por no aceptar el despojo. Y sin embargo, en las memorias locales, sigue vivo como un héroe”, señala.
El aula como territorio de memoria
En la Escuela Cayé Hané, ubicada en la comunidad de San Miguel de los Sauces, en pleno territorio huarpe de Lavalle, esa memoria empezó a tomar cuerpo en forma de imágenes, voces y guiones. Los y las estudiantes, guiados por el profesor Omar Sanz, se propusieron contar la historia de Guayama a través de un corto audiovisual que presentaron en el Festival Latinoamericano “Ser Voz”.
El proyecto, que usó como base el libro “El tiempo diablo del santo Guayama” de Rolando Concatti, y que tomó su nombre, nació en el aula, pero pronto se expandió al territorio. “Queríamos hacer algo que tuviera que ver con nuestra identidad, con lo que somos y lo que pasó acá”, cuenta Facundo Ochoa, uno de los protagonistas del corto. “No todos sabíamos quién era Guayama, y cuando empezamos a investigar, nos dimos cuenta de que era parte de nuestra historia, de la historia huarpe”.
En el proceso, los jóvenes se encontraron con relatos orales, con historias transmitidas por las familias, con fragmentos dispersos que fueron cobrando sentido en el trabajo colectivo. “Cuando grabamos las escenas en el campo, sentíamos que estábamos haciendo algo importante, que no era solo una tarea escolar”, dice Ceferino Moyano, quien participó como asistente de dirección. “Era como devolverle la voz a alguien que la había perdido hace mucho”.
El cine como puente entre generaciones
El corto, filmado con recursos limitados pero con una convicción enorme, mezcla reconstrucciones históricas, diálogos recreados y escenas simbólicas. En él, los estudiantes interpretan la persecución y caída de Guayama, pero también la persistencia de su espíritu en las comunidades actuales.





Para el profesor Omar Sanz, la experiencia fue mucho más que un trabajo audiovisual: “Este tipo de proyectos nos permite recuperar el sentido del aprendizaje. Los chicos no solo investigaron, sino que se apropiaron de una historia que los involucra. En una escuela rural y huarpe, hacer memoria también es hacer futuro”.
El reconocimiento en el festival fue una sorpresa y una confirmación: “Cuando anunciaron que habíamos ganado, fue una alegría inmensa”, recuerda Ceferino, “nos dimos cuenta de que nuestra historia también puede ser escuchada, que no hace falta ser de la ciudad para contar algo importante”.
El eco de un líder perseguido
En su investigación, Diego Escolar reconstruyó las huellas de Santos Guayama a partir de archivos judiciales, crónicas y testimonios campesinos. “Guayama fue un líder que desafió al Estado nacional y a los terratenientes en el momento en que se estaban consolidando las fronteras internas del país. Fue perseguido, traicionado y ejecutado, pero su figura nunca desapareció del todo”, explica.
Guayama comandó grupos de campesinos e indígenas en resistencia entre Mendoza, San Juan y La Rioja durante las décadas de 1860 y 1870. En los registros oficiales aparece como un “bandido”, pero en las memorias locales su nombre se pronuncia con respeto. Se decía que tenía “nueve vidas” porque escapó varias veces de la muerte. La leyenda de las “nueve muertes” terminó convirtiéndose en un símbolo del espíritu indómito de los pueblos originarios del Cuyo.
“Su persecución fue también una forma de borrar la identidad indígena del territorio”, señala Escolar. “Por eso su recuperación, sobre todo desde las escuelas rurales, es un gesto profundamente político. No solo rescata un personaje, sino una manera de entender la historia desde abajo, desde los márgenes”.
Compartimos las palabras del antropólogo:
Memoria, identidad y futuro
La historia de Santos Guayama hoy se enseña en aulas que alguna vez fueron el epicentro del silencio. En la Cayé Hané, los chicos hablan de él con naturalidad, como si fuera parte de su presente. “A veces pienso que Guayama no murió”, dice Facundo, “que sigue estando en nosotros, en la gente del lugar que no se rinde”.
Esa frase resume el sentido más profundo del proyecto: la continuidad entre pasado y futuro, entre la resistencia y la esperanza. “Que los jóvenes se interesen por Guayama demuestra que las memorias no se apagan” afirma Escolar, “se transforman, cambian de forma, pero siguen latiendo. Y cuando una escuela las toma, las hace palabra, imagen, relato, entonces la historia vuelve a respirar”.
El corto:
Epílogo: cuando el aula se vuelve territorio
La experiencia de la Cayé Hané demuestra que el conocimiento no solo se construye entre paredes, sino también en diálogo con la tierra, las historias y los silencios del lugar. En San Miguel, donde la comunidad huarpe mantiene viva su lengua, su cosmovisión y sus modos de vida, el nombre de Santos Guayama vuelve a sonar como un llamado. Un llamado a recordar, pero también a seguir andando.
A continuación la charla con Facundo, Ceferino y Omar: