María Alejandra Cuevas Martínez de 48 años, desapareció la noche del 31 de enero tras salir de su trabajo en la ciudad de Mendoza. Vestía remera negra, falda pantalón negra, gorra rosada y llevaba una mochila negra. Desde entonces, su familia la busca sin descanso, enfrentándose a la angustia, el silencio institucional y la falta de respuestas claras por parte de la Justicia.
Su caso no es un hecho aislado. Las desapariciones de mujeres y diversidades en Argentina siguen siendo una realidad alarmante, y en un contexto actual, donde el Gobierno nacional desmantela políticas públicas de género y minimiza la violencia estructural, el riesgo de que estos casos queden impunes es aún mayor.
Óscar Cuevas, hermano de Alejandra, encabeza la lucha por encontrarla. “Nos dicen que la investigación está bajo secreto de sumario, pero no nos informan nada que no sepamos desde el primer día”, explica. Según su testimonio, Alejandra salió de su trabajo en la calle Tiburcio Benegas, en la Quinta Sección, y se dirigió hacia el tranvía para volver a su casa en Las Heras. “Sabemos que hay cámaras, pero no nos dicen qué registraron. Todo es confusión”.
Su familia, junto a organizaciones sociales y feministas, se han movilizado para exigir que se intensifique la búsqueda. Saben que el tiempo es un factor determinante: mientras más se demora la acción del Estado, más difícil es dar con su paradero. “Nosotros vamos a seguir buscando, pero no podemos hacerlo solos”, afirma Óscar.


La desaparición de Alejandra ocurre en un contexto de retroceso en políticas de género. Desde la llegada de Javier Milei a la presidencia, el Estado ha desfinanciado áreas clave destinadas a la prevención de la violencia machista y la asistencia a víctimas. El gobierno nacional, niega la existencia de desigualdades estructurales y desestima la violencia de género como un problema real, esto se traduce en una falta de acción y recursos para abordar estas urgencias.
Nora Llaver, de Ni Una Menos Mendoza, lo señala con claridad: “Las mujeres no desaparecen, las desaparecen y cuando el Estado se retira, cuando no hay recursos ni voluntad política para buscar a quienes faltan, el mensaje es claro: nuestras vidas no importan”.
Casos como el de Alejandra se suman a una lista que en Mendoza sigue abierta. La desaparición de Gisela Gutiérrez en 2015 y la de Abigail Carniel en 2021 son ejemplos de cómo las búsquedas se dilatan, las causas se enfrían y las familias quedan atrapadas en un laberinto de incertidumbre. “No queremos que el nombre de Alejandra se sume a esa lista”, advierte Nora.
Cualquier información sobre María Alejandra Cuevas Martínez puede ser determinante. Se solicita a la comunidad que se comunique al 911, al teléfono 2616650532, o a la página Hijos del Dolor.
Mientras el Estado demora sus respuestas, su familia no se detiene. Porque Alejandra no desapareció: la desaparecieron. Y hasta que vuelva, la exigencia es una sola: búsqueda inmediata y efectiva.
